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Parque 28 de Febrero
Parque 28 de febrero
El Parque «28 de Febrero» es un recinto de reciente construcción, desarrollado en la primera década del nuevo milenio. Se encuentra entre las calles de San Sebastián y Huertezuela, justo en el acceso principal del nuevo espacio escénico de la localidad.
Se trata de un lugar de recreo dedicado a la fecha en la que los andaluces pudieron votar, por primera vez, su Estatuto de Autonomía en 1980.
(Texto: F.M.E.J.)
Parque Llano de las Fuentes
Parque Llano de las Fuentes
El conocido como parque «Llano de las Fuentes» se corresponde con la planicie abierta entre el conjunto del palacio y el conglomerado de viviendas populares de la calle El Arenal y El Encinar. En él se depositaban todas las aguas de escorrentía de la villa, dando origen al arroyo de «Las Fuentes», que posteriormente fue soterrado.
Aunque actualmente el lugar está ocupado por un parque municipal, su origen fue el sitio que ocupaban dichas fuentes y una alameda, más abajo, del mismo nombre.
En este lugar, dada la abundancia de agua, fue donde se dispusieron, desde antiguo, las fuentes de abastecimiento para la población y abrevadero de ganado, además de un molino de harina y un batán.
Hasta el desarrollo de la red de agua potable y la llegada de la lavadora, bien entrado el siglo XX, era común que la muchedumbre se concentrara en este espacio bien para recoger agua, hacer la colada o distraerse.
El recinto se compone de tres fuentes monumentales conocidas como «Fuente Redonda», «Fuente de los Caños Dorados» y «Fuente de los Patos», además de otras láminas de agua contemporáneas, entre la que se encuentra la escultura de la «Vestal del Agua Pequeña».
Aunque parte del terreno era de propiedad de la Casa de Fernán Núñez, fue en 1927 cuando pasó a titularidad municipal, momento en el que empiezan una serie de proyectos para dedicarlo al esparcimiento público.
No sería hasta 1983, ya inscrito en el inventario municipal, cuando se estudió construir el actual parque, inaugurándose el 4 de mayo de 1991.
(Texto: F.M.E.J.)
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8. Fernán Núñez en el siglo XVIII según el Catastro del Marqués de la Ensenada
El Catastro del Marqués de la Ensenada, redactado hacia 1750, constituye el conjunto de datos más exhaustivo que ningún país del mundo pudiera ofrecer relativo al siglo XVIII. Dicho catastro aspiraba a recoger la información sobre todas las riquezas y bienes que tenían y disfrutaban, en el reino de Castilla, todas las personas o instituciones existentes en aquel momento. Se buscaba con esta información establecer un sistema de impuestos más justo equilibrado.
Pero antes de poner en práctica dicho proyecto catastral, sus diseñadores decidieron realizar algunas pruebas o experimentos que permitiesen conocer la viabilidad del plan, sus aciertos y errores; pues bien, para desarrollar esta «operación piloto», se eligieron veintidós pueblos de todo el reino y uno de ellos será Fernán Núñez. Estos pueblos se convierten así en el núcleo de la atención del gobierno de la nación, de modo que lo que ocurriera en Fernán Núñez adquiere carácter de cuestión de Estado.
Para cumplir tales objetivos se desplazó hasta Fernán Núñez una comisión o audiencia que investigó los bienes y riquezas que poseían todos y cada uno de los vecinos, así como todas y cada una de las instituciones.
Todo esto ocurría en los últimos años del reinado de Fernando VI, cuando es ya evidente en los círculos del poder el ambiente reformista entre una pujante ideología ilustrada que persigue cambiar un país que se le antoja viejo, estático y anquilosado.
Es el momento en que es llamado a la Secretaría de Hacienda el Marqués de la Ensenada, quien será el impulsor del proyecto, teniendo como objetivo último cambiar el sistema fiscal vigente, un sistema fiscal complejo, difícil, injusto y endiabladamente embarullado. La fuerte presión impositiva contrastaba con la situación de las arcas del Estado, siempre vacías e incapaces para afrontar los gastos más perentorios y elementales. Se aspiraba, en definitiva, a crear una “contribución única” que, además de simplificar el sistema, consiguiese recaudar más.
Los instrumentos para ello fueron: el llamado “Interrogatorio General”, uno y común para cada pueblo; los “Libros de Familias”, un recuento de la población del pueblo o ciudad, uno para seglares y otro para eclesiásticos; y finalmente otros dos “Libros de Haciendas”, con idéntica organización (uno para seglares otro para eclesiásticos).
El Interrogatorio General es un documento de conjunto, y contiene cuarenta preguntas que, en cada población, debían ser contestadas por un grupo de expertos o peritos locales.
Por su parte, en los Libros de Familias se contabilizan a todos los vecinos “cabezas de casa”; y, con cada uno de ellos, a todos los miembros de su unidad familiar, lo que supone de hecho disponer de un censo completo de la población del lugar.
La comisión o audiencia constituida al efecto indagó, vecino por vecino, los siguientes aspectos: superficie de tierra cultivada, tipo de aprovechamiento, casas de que disponía la familia y su valor, molinos u otros artefactos de los que se obtenían rentas, rentas de cualquier tipo obtenida por la unidad familiar, tipos de ganado y rentas que producen, etc. En definitiva se realiza una verdadera radiografía de los bienes y servicios que cada familia disfrutaba y de los beneficios que su actividad económica le reportaba.
Además de la predominante agricultura, se dan noticias también de una gran cantidad de actividades y oficios propios de una economía de autoabastecimiento: el comercio, un subsector sanitario relativamente nutrido (médico, cirujano sangrador, boticario y ocho barberos), el subsector de la administración pública, del transporte (arrieros), etc.
Entre las artes mecánicas se recuentan los albañiles, aladreros, carpinteros, albeytares, herreros, zapateros -distinguiendo en este caso entre «zapateros de obra prima”, “de basto” y “zapateros de viejo o remendones», tejedores de paños, tejedores de mantos de seda, tintoreros, sastres, cardadores de lana y agrimensores o medidores de tierras, etc.
En el caso de las casas y edificios se recogen sus medidas de fachada y de fondo y la valoración, que se calcula por el alquiler anual que se cobra o que podría cobrarse.
Es de destacar el rigor extremo con que se actuó, consiguiendo una fiabilidad verdaderamente extraordinaria, hasta el extremo de que la operación piloto de Fernán Núñez fue una de las más eficaces de todo el reino.
Los resultados obtenidos se reflejaron todos ellos en un libro en que, a modo de diario, dejaba constancia de cualquier cuestión en la que la audiencia intervino. Interesa también reseñar la disciplina exigida a todos los que deben aportar datos, sin ningún tipo de contemplaciones ni dudas, exigiendo a todos por igual, ya fuesen personas o instituciones, incluida la iglesia y el propio señorío.
Rigurosa en extremo fue también la comisión a la hora de la comprobación de la veracidad de los datos, hasta el extremo de comprobar “in situ” los datos aportados relativos a las explotaciones agrarias, recorriendo la totalidad del término para tal fin. Y lo mismo puede decirse del rigor en el gasto y la escrupulosa contabilidad de la operación.
La obsesión por la limpieza y transparencia de esta operación-piloto quedaron reflejados en el modo de cerrar el proceso: una vez finalizado el trabajo, redactados los libros y anexos resultantes, el Intendente General, D. Fernando Valdés Quirós, ordenó que fuesen convocados todos los vecinos a la Plaza del Palacio, para que, en presencia del Concejo de la villa, el día 21 de diciembre de 1750 , se leyesen públicamente, “en voz alta e inteligible», todas y cada una de las partidas de los referidos libros, para que cada uno pudiera alegar lo que se le ofrezca y manifiestare libremente cualquier duda que se le plantease. La lectura se prolongará durante dos días, no presentándose objeción alguna a su contenido.
En definitiva tenemos ante nosotros un modelo encomiable de actuación administrativa en la que aspectos fundamentales de la historia de España se escribieron y dictaron en y desde Fernán Núñez.
José Naranjo Ramírez, Cronista Oficial de la villa de Fernán Núñez.
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1. El siglo XIX y la Guerra de la Independencia
Si hay un hecho que marca la historia de nuestra villa en el siglo XIX, ese es sin duda el de la Guerra de la Independencia. El 30 de mayo del año de 1808, don Manuel Valdés, corregidor de la Villa, mandó instalar un bufete en las puertas de la Iglesia Mayor, comenzando el alistamiento de voluntarios para la defensa contra la invasión. Fueron un total de ciento treinta voluntarios, de los cuales conservamos todos sus nombres y apellidos.
Más tarde, el 28 de junio llegó a esta villa el General don Félix Jones con seis mil hombres extenuados y hambrientos. Estas tropas se estacionaron en las calles de San Marcos y San Sebastián donde hicieron alto mientras se preparaba su alojamiento, incluyendo en estos los voluntarios nombrados. Dicho General conversó con el citado corregidor para proveer de comida a los soldados y la solución encontrada pasó por una orden dirigida a los pueblos circunvecinos de La Rambla, Santaella, Montalbán, Aguilar, Montilla, Montemayor y Espejo, siendo Montalbán los únicos que dieron respuesta positiva a tal demanda.
El éxito de la batalla de Bailén, donde participaron nuestros vecinos, llevó a gastar ciento cuarenta y siete reales de vellón a finales de julio de 1808 en las luminarias que se pusieron tres noches seguidas en el balcón, rejas y frontera de las Casas Capitulares en celebración de la victoria contra los franceses y más tarde en agosto de 1808, se recibió una nueva misiva por parte del Marqués de Graviña, donde solicitaba el mayor número posible de paños pardos y negros para mitigar la desnudez en la que se hallaba el ejército que debía de partir al norte. Salieron de Fernán Núñez 130 piezas de paño que vistieron a muchos de estos soldados.
También nuestro pueblo recibió prisioneros de guerra como se atestigua en diciembre de 1808 por el alarife público Sebastián Pintor que presentó una certificación de haber hecho obras en una casa de la calle de San Marcos, destinada a prisión de soldados franceses.
Ya en el año 1809, el 3 de mayo, se recibe la orden para nombrar un diputado que en representación de la villa asistiese al congreso que se celebraría en Montilla para organizar la defensa en común de nuestra comarca. El elegido fue el corregidor Manuel Valdés que junto con representantes de Montilla, Aguilar, Montalbán, Santaella, Monturque, Montemayor, Espejo y La Rambla se reunieron el 16 de mayo, sin mucho éxito en llegar a un acuerdo.
Los franceses avanzaron y finalmente en 1810, el 10 de junio, se presentó en Fernán Núñez don José Mallén, Capitán de las milicias francesas y citó al corregidor y sus regidores para su destitución. Manuel Valdés no se presentó pasado el plazo asignado y todos sus bienes fueron secuestrados y ellos fueron juzgados por rebeldía con prisión decretada. También le fueron confiscados los bienes al Excelentísimo Sr. Conde.
Pasaron dos años donde fueron requeridos y requisados muchos de los bienes de los labradores de nuestro pueblo hasta que en febrero de 1812 los franceses evacuaron Andalucía y se nombró Corregidor de Fernán Núñez a don Fernando Nieto Granados, que si bien había colaborado con los franceses, fue tenido como un gran patriota ya que cuando hacía entrega de trigo, cebada y otros artículos, este mismo mediante el asalto de una partida de bandidos cómplices impedía que llegaran a su destino y regresaban a nuestra villa.
Extraído del libro inédito Historia de Fernán Núñez de Alfonso Zurita Villalba, Cronista Oficial de la villa de Fernán Núñez.
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10. Las reformas ilustradas y la acción social del VI conde de Fernán Núñez
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9. Carlos José Gutiérrez de los Ríos, VI conde de Fernán Núñez (1742 – 1795).
Hijo de don José Diego de los Ríos, V conde de Fernán Núñez, y de doña Carlota Felicitas de Rohan-Chabot. Quedó huérfano a los ocho años, y Fernando VI lo tomó bajo su protección, decidiendo que estudiara con los jesuitas en el Real Seminario de Nobles de Madrid en 1750. Una vez finalizada su educación, inició la carrera militar. En 1752 fue nombrado cadete, y fue ascenciendo progresivamente hasta alcanzar el cargo de mariscal de campo en 1776.
En 1772 hace una pausa en su carrera militar e inicia un viaje por Europa para completar su formación. Al recibir la noticia de que se estaba preparando la expedición de Argel (1775) decidió finalizar sus viajes por las cortes europeas y participar en la guerra junto con su regimiento.
En noviembre de 1777 celebró su matrimonio con doña María Esclavitud Sarmiento Sotomayor, hija del IV marqués de Castelmoncayo. Abandonada la carrera militar, inició la diplomática en noviembre de 1778, cuando fue nombrado embajador en Portugal. Este mismo año, ostentó como plenipotenciario del Monarca la representación de éste, en la celebración del doble matrimonio entre los infantes españoles y portugueses. Se encargó también de dirigir el rescate del preciado cargamento de la embarcación del navío de San Pedro de Alcántara, naufragado en la costa de Peniche. A pesar de mejorar las relaciones de Portugal con la corte española, no consiguió alejar a este país de la influencia británica.
Los talentos desplegados por Fernán Núñez en Lisboa lo señalaban para un puesto más importante. La retirada del conde de Aranda de la embajada en París, provocó el nombramiento de Fernán Núñez como embajador en Francia el 6 de marzo de 1787. El 14 de octubre tuvo su primera audiencia con Luis XVI en Versalles. Las circunstancias políticas de Francia lo convirtieron en testigo privilegiado de los acontecimientos que se desarrollaron e iniciaron con la Revolución Francesa. A pesar de su excelente labor al frente de la embajada, Floridablanca consideró que no mantenía toda la reserva que juzgaba necesaria frente a la naciente revolución, y se le ordenó retirarse a España. Fernán Núñez abandonó París el 17 de septiembre de 1791 y después de un largo viaje se instaló en Lovaina el 13 de octubre.
Amenazado ante el avance de las tropas francesas el 20 de marzo de 1793 se trasladó a Alemania. Regresó a Lovaina el 20 de septiembre, y al año siguiente se marchó a Nápoles, desde donde emprendería el viaje de regreso a España. Falleció en Madrid el 23 de febrero de 1795.
Hombre de amplia cultura, Fernán Núñez escribió entre otras obras la primera biografía de Carlos III, titulada Vida de Carlos III, un Diario de la expedición de Argel, una Relación sucinta de lo ocurrido en París desde el 10 al 17 julio de 1789, y una Carta a sus hijos, donde expone sus ideas en materia de educación, economía y política. En 1793 compuso en Lovaina un Stabat Mater. Fue además académico de honor de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y honorario de la sevillana de Buenas Letras desde 1785.
En otras distinciones recibió la Gran Cruz de Real Orden de Carlos III en 1777 y se le concedió el Collar del Toisón de Oro en 1783.
Fuente: Diccionario Biográfico Electrónico de la Real Academia de la Historia (resumen realizado por Antonio J. Ariza Serrano).
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7. Principales actuaciones en el siglo XVII.
Casi todas estas obras tienen vínculo con el Excelentísimo Sr. Conde Don Francisco Gutiérrez de los Ríos, Capitán General de Artillería, español ilustre y hombre famoso en su tiempo. Al tomar posesión de sus estados de Fernán Núñez hacia 1676, inmediatamente, la que fue aldea de muy pocos vecinos -pues no llegaban al millar- se convirtió en centro de fecundas actividades, donde las construcciones se multiplicaban, realizándose una verdadera obra de colonización. Tres años después, en su Fortaleza de este pueblo escribió: Doy las órdenes oportunas para proporcionar maestro de alarife examinado y capacitado para encauzar y recoger las aguas sobrantes de las fuentes y chorrillo, y planear la fábrica de cuatro o cinco molinos de pan, considerando muy útiles para mis vasallos ofrenciéndoos continuar en todo lo que sea para vuestro bien. Así lo decreto, mando y firmo en mi fortaleza de Fernán Núñez en 14 días del mes de Enero de 1679.
Por tanto, en 1680 comienza la construcción de los cinco molinos de pan. En el año 1689 en un lugar muy próximo se hizo una obra, siendo Corregidor de la Villa Marcelino del Postigo y Gálvez, se fabricó la fuente, la escalinata y el baño del Pozuelo. Se hizo la obra para la comodidad, holgura y recreo de los vecinos que todos los años, el jueves antes de Carnestolendas, acuden a dicho sitio con música y meriendas.
Sus obras quedan refrendadas el 7 de julio de 1692 en un Cabildo de donde se deja constancia que:
Que siendo notorio a todos, las buenas obras que continuadamente ha hecho y está haciendo en esta Villa el Excelentísimo Señor Conde de ella, mi señor, librándola de ejecutorias, audiencias y soldados, no por su autoridad y servicios al Rey, si no pagando de su propio caudal en diferentes ocasiones lo que los vecinos debían de contribuciones atrasadas. Es notorio lo que se ha gastado en traer de provincias muy remotas maestros y fabricantes para tejidos de lana, fabricación que hoy se halla introducida en esta villa, sin usar de dichas fábricas para utilidad suya. A lo cual añade haber plantado en tierras de su casa muy considerable partida de viñas, con que aquesta villa que carecía de vino de su cosecha propia, hoy los tiene de mejor calidad que ninguna de su comarca, y a precio tan acomodado que no ha permitido que exceda nunca al de la villa de Montemayor, y también fundado molinos para la molienda de las aceitunas de sus heredades y las de la comarca, que suelen venir a moler en los molinos que dicho señor ha mandado fabricar. También ha fundado una obra pía para casar huérfanas y otras limosnas y en aquesta Villa, en la Iglesia Parroquial de Santa Marina, la cual era muy corta para mantener la vecindad de este pueblo, tiene ya sacada de cimientos una Nueva Iglesia Mayor muy capaz y amplia, que se esperaba terminara su fábrica brevemente.
Como curiosidad el tercer conde encomienda a los hermanos de la Cofradía del Santísimo velar por la buena marcha de estas instituciones de nueva creación y así evitar el fraude.
Extraído del libro inédito Historia de Fernán Núñez, de Alfonso Zurita Villalba, Cronista Oficial de la villa de Fernán Núñez.
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6. Francisco Gutiérrez de los Ríos, III conde de Fernán Núñez.
Francisco Gutiérrez de los Ríos y Córdoba fue el hijo primogénito de la condesa de Fernán Núñez, Ana Antonia Gutiérrez de los Ríos Córdoba y Argote y de Diego Gutiérrez de los Ríos y Guzmán. Nació en 1644 y sucedió a su madre en la casa nobiliaria a su muerte.
Nuestro cronista, Crespín Cuesta, nos relata que a lo largo de su vida desempeñó los siguientes cargos:
- Menino de la reina Mariana de Austria, esposa de Felipe IV en la corte de Madrid
- Escolta de la reina María Teresa de Austria, esposa de Luis XIV de Francia, en la corte de París
- Emisario en los países de Polonia y Suecia en representación del estado español (1668)
- Soldado voluntario en Flandes durante dos años (1667-68)
- Sargento General de Batalla en Sicilia en (1677)
- Jefe de Artillería de la Armada y General de las Costas de Andalucía (Cádiz, 1685)
- Gobernador General de las Costas de Andalucía (Cádiz, 1685)
Contrajo matrimonio en 1676 con Catalina Zapata de Mendoza Silva y Guzmán, hija de Antonio Zapata de Mendoza, tercer conde de Baraja y VIII de Coruña, primer marqués de la Alameda, vizconde de Torija, mayordomo del rey Felipe IV, comendador de las casas de Calatrava en la Orden de Alcántara y de su mujer, doña María de Silva Guzmán.
Fue el gran impulsor en las reformas políticas y sociales acontecidas en la villa durante la segunda mitad del siglo XVII y primeros del XVIII. Impulsó también la adquisición de bienes como la gran colección de cuadros de Batallas o de Paisajes que hoy forman parte de los bienes muebles del Palacio Ducal.
En 1680 se imprime en Bruselas un libro titulado “El hombre práctico” escrito por el mismo, que por la doctrina y consejos que en dicho libro se vierten y las normas de conducta que señala, le dieron justa fama de hombre culto e ilustrado.
Zurita Villalba, relata que ya anciano, vivió en su fortaleza de esta Villa casi sin interrupción, hasta su muerte ocurrida a principios de 1721. Solemnes honras fúnebres se celebraron en la Iglesia Parroquial de esta villa el 28 de abril de dicho año, por el eterno descanso de aquel gran patricio, benefactor de esta villa y digno de que perpetuemos su memoria. Acto que fue de profundo sentimiento y de emocionada unión religiosa para la totalidad de los vecinos de este pueblo. Las fundaciones que hizo a favor de los necesitados y las disposiciones que dio para un buen gobierno de esta villa, bien merecían ser relatadas por una pluma más experta que la mía, para que quedara perpetua su memoria y como ejemplo perenne para las generaciones presentes y futuras.
Extraído del libro inédito Historia de Fernán Núñez, del Cronista Alfonso Zurita Villalba y de Historia de la Villa de Fernán Núñez del Cronista Crespín Cuesta.
Estancias 38
5. El paso de la Edad Media a la Edad Moderna en Fernán Núñez.
En el siglo XV se produce la confirmación del mayorazgo por parte del rey de Castilla, Juan II, en Valladolid, en 11 de junio de 1427:
E agora dicho Alfonso de los Ríos, mi Vasallo, Fijo mayor, lexítimo Heredero del dicho Diego Gutiérrez de los Ríos, e Inés Alfonso, embióme pedir por merced, que le confirmase dicho Mayoradgo, E yo, el sobredicho Rey don Juan, por fazer bien e merced al dicho Alfonso de los Ríos, mi Vasallo, por los muchos, buenos e leales servicios que los del su Linage fizieron a los Reyes, onde yo vengo e a mí, el me faze de cada día, Tóvelo por bien.
Por tanto, el linaje de los Gutiérrez de los Ríos se consolida como señores de nuestra villa. Con ello vienen las fundaciones religiosas, especialmente en Córdoba como el convento de la Concepción o de capillas en iglesias y conventos de la ciudad, incluyendo la Mezquita-Catedral. En nuestro pueblo también hubo nuevas capillas y sabemos que se manda hacer un gran panteón en la parroquia de Santa Marina, como dispone el su testamento de 1531 el décimo señor, Alonso Gutiérrez de los Ríos y Venegas. Este mismo señor, unos años antes, en torno a 1525 manda edificar la capilla de Santa Ana, hoy ermita del antiguo Hospital de la Caridad.
Los servicios continuos a los reyes de Castilla quedan reflejados a través de multitud de cartas, recogidas por el genealogista Luis Salazar y Castro en 1682, y probablemente, las originales estuvieron ubicadas en el archivo del castillo-fortaleza, posterior palacio, de donde destacamos varias sobre la guerra contra el reino de Granada. Este es un fragmento de la última enviada desde Santa Fe en diciembre de 1491, a pocos días de la conquista de la ciudad:
EL REY E LA REYNA. Fernando de los Ríos: (…) Por ende, vos mandamos e rogamos que para dicho término Nos embieis vos dichas diez lanças, con una persona de vuestra Casa, con talegas para veinte dias que, venidos, Nos les mandaremos pagar el ueldo que hoviessen de aver desde el dia que partieren de sus Casas, con la venida, e estada, e tornada a ellas (…) Del nuestro Real de la Vega de Granada a 13 dias de Diciembre de 91 años. YO EL REY, YO LA REINA.
Este episodio histórico es el que la tradición ha situado como el origen de nuestra fiesta más antigua celebrada, el Jueves Lardero y además refleja una costumbre de los monarcas en la solicitud a los señores de nuestra villa de soldados donde destaca el reclutamiento para la campaña en la ciudad argelina de Tremecén de 1542 y 1543.
En 1571 se sabe que el décimocuarto señor participa en la famosa batalla naval de Lepanto, donde se trajo hasta nuestra villa el trozo de vela de una de las galeras, donde posteriormente, ya en el siglo XVIII, Francisco de Meneses, discípulo de Murillo pintará el grandioso retablo que se ubicaba a modo de altar en la fachada del palacio ducal en las grandes celebraciones.
Toda esta etapa concluye con un hecho muy significativo: el nombramiento por parte de Felipe IV, en consideración por los grandes servicios, antigüedad y méritos de la Casa de Fernán Núñez, a Alonso Estacio Gutiérrez de los Ríos como conde de Fernán Núñez y vizconde de Abencaes, por Real Decreto de 16 de abril de 1639.
Diego Cardador González
Fundación del Mayorazgo
4. Fundación del mayorazgo de Fernán Núñez y de la iglesia Santa Marina.
A partir de la Baja Edad Media los mayorazgos constituyeron el instrumento jurídico que permitieron vincular la propiedad para evitar su transmisión fuera de una determinada línea sucesoria. De este modo, la nobleza podía conservar el poder económico de su linaje y su posición social, ya que el titular podía disponer de la renta, pero no de los bienes, quedando así estos protegidos para las siguientes generaciones.
Los primeros mayorazgos estrictamente considerados aparecieron a finales del siglo XIII, aunque el mayorazgo no alcanzó una gran difusión hasta la década de 1370, como se puede ver en el caso de Fernán Núñez.
Reconquistada Córdoba por los cristianos en 1236, se procedió al repartimiento de sus tierras y donadíos realizado por Fernando III durante su larga estancia en esta ciudad (febrero de 1240 y marzo de 1241). La torre de Fernán Núñez fue a parar a uno de los participantes en la conquista de Córdoba, Fernán Núñez de Aza, motivo por el cual, a partir de entonces, este heredamiento será conocido por el nombre de su primer poseedor. Tras ser propiedad de diferentes particulares, la torre de Fernán Núñez y algunas tierras de Abencález recaerían en la primera mitad del siglo XIV en Martín Alfonso, primer señor de Montemayor, por diferentes vías: herencia, dote y, sobre todo, a través de compras. La primera mención referente al mayorazgo de Fernán Núñez aparece en su segundo testamento, otorgado el 13 de febrero de 1349, en el que fundó un nuevo mayorazgo (tras obtener la autorización de Alfonso XI) a favor de su segundo hijo, Fernando Alfonso, vinculando a este la torre de Fernán Núñez, con todo su heredamiento, el de Abencález y la fortaleza de Aguaxarón.
Finalmente, los heredamientos de Abencález y de Fernán Núñez no recaerían en ninguno de sus seis hijos varones, sino en una de sus hijas, Inés Alfón, quien los llevaría como dote a su matrimonio con don Diego Gutiérrez de los Ríos. Con este enlace la Casa de Montemayor buscaba reforzar lazos familiares y de proximidad geográfica. Don Diego Gutiérrez de los Ríos era alcaide de la Villa de Teba y alférez mayor de Córdoba.
El matrimonio se acordó en 1358, pues el 10 de febrero de ese mismo año, Diego Gutiérrez de los Ríos, firmó una carta de arras comprometiéndose a llevar al matrimonio 20000 maravedíes. Una vez celebrado el enlace, este tomó posesión de los heredamientos de la torre de Fernán Núñez y de Abencález el 19 de enero de 1361 (con una extensión total de 54 yugadas y 7,5 aranzadas y media).
Tras recibir el privilegio del rey, doña Ines Alfón y su marido fundaron el mayorazgo de Fernán Núñez a favor de su primogénito, también llamado don Diego Gutiérrez de los Ríos, ante Pedro García y Guillén Gómez, escribanos públicos de Córdoba, el 31 de mayo del año 1382:
otorgamos que conozemos e ordenamos donación por uso y en nombre de Maiorazgo a uso Diego Gutiérrez nuestro fixo lexítimos que sodes el primero maior fixo de todos los otros nuestros Fixos que deso uno habemos el nuestro Pueblo è heredamiento que nos habemos en el obispado de esta Ciudad que dizen la torre de fernan-núñez con Abencales è con todas las otras tierras que nos habemos, y tenemos que ayuntamos a ello por compras que ende fizimos que seam que oi día habemos e poseemos que han linderos otros dichos Pueblos y heredamiento e tierra que uso damos heredad que dizen Frenil, y la Atalaya que dizen de Don Marcos y el Camino que va a Montemaior, e tierra e heredamiento que dizen Almoclín, é tierra y heredamiento de torre que dizen de Pasqual de Orexa y el Camino que va de Cordoua a la Rambla y heredad de Rodrigo Alfón el macho y heredad que fue de Juan Gonzales de la Torreblanca y heredad que dizen de Maestre Escuela y llanos que dizen maestre Martín e damos uso todo lo que dicho es a voz y a nombre de Mayorazgo con la torre y casas que oy son, y con Montes y Dehesas y tierras y exidos y Prados, e aguas corrientes e non corrientes y molinos y fuentes e pastos e todas las otras cosas que a ello pertenezen y peretenezer debe con sus entradas y con su salidas e con todas sus justicias, e con todos sus derechos.
Tres años después, los primeros señores de Fernán Núñez pidieron licencia al obispo de Córdoba, don Juan Fernández Pantoja, para construir una nueva iglesia en Fernán Núñez y así poder trasladar los ornamentos y los bienes que se encontraban en la iglesia de Abencález. El lunes 13 de febrero de 1385 se presentó la comisión enviada por el obispo y señaló el sitio exacto en el que se tenía que edificar la iglesia, que continuaría estando -como la de Abencález- bajo la advocación de Santa Marina. En la licencia que otorgó el obispo se señalaban las razones para la erección de esta Nueva iglesia:
Sepades que por quanto en la limitación de Auencales deste nuestro Obispado no hai Pueblo alguno nin hai eglesia nin Pila luengos tiempos ha por la despoblación que antiguamente en él obo, et Lugar de la torre de Ferrnad Núñez que es en linde de la dicha limitación de Auencales hai moradores e Pueblo e non hai eglesia onde oyan el Oficio Divinal et las oras canónicas nin onde reciban los Sacramentos de Santa Eglesia, e los uan a oir, e recebir en otras partes, lo qual es mui graue a los dichos vecinos…
Según la tradición, el traslado de la iglesia se debió a que la santa se apareció a una pastora que se encontraba apacentando su ganado en las afueras de Abencalez y le comunicó que los musulmanes tenían la intención de acometer una razia y saquear la población, por lo que debía advertir a los demás vecinos de Abencález para que se refugiaran en la torre de Fernán Núñez, llevando consigo los sagrados vasos y las imágenes. En el lugar donde según la tradición se había aparecido la santa, se erigió una cruz para conmemorar este milagro, conocida popularmente como “La Cruz de los Desamparados.”
Antonio J. Ariza Serrano
El poblado musulmán de Abencalez
3. El poblado musulmán de Abencález.
Todos los datos que poseíamos respecto al dominio árabe sobre la tierra fernannuñense, se reducían a la antigua existencia de una fortaleza llamada de Abencaes, que servía de protección a un arrabal o poblado existente en estos lugares y a una torre nombrada de la Atalaya, que sabemos estuvo situada en algún lugar de los parajes conocidos por La Viña y El Plantonar, sitio donde aún se aprecian restos de fortificaciones y de donde le viene a dichas tierras el nombre de Cortijo de la Atalaya.
Abentojil, para Rafael Castejón y Martínez de Arizala, director entonces de la Real Academia de Córdoba, fue otra torre árabe que se alzó en los arededores de Fernán Núñez (creemos que en el pago de Zorreras o del reducto de Abentoxilla) y al igual que la Atalaya debió depender del feudo en que se convirtió la jurisdicción de Uliat-al-Cambania y de ella tomó su denominación el cercano arroyo.
En torno a Abencaes hay divergencias sobre su emplazamiento. Muchas personas creen que este reducto y su arrabal estuvieron situados en el espacio comprendido entre la ermita del Calvario y la Fuente del Pozuelo. Aunque este terreno fue, efectivamente, parte de la jurisdicción de Abencaes, discrepamos abiertamente de tal opinión porque, buscando vestigios de dicho poblado en el citado lugar, solo hemos encontrado abundancia de tumbas romanas y además creemos que sus restos corresponden a la torre maciza sobre la que se levanta parte del actual palacio ducal. Nuestra creencia es que el arrabal de Abencaes se extendió por la parte vieja de la actual Villa y por los parajes conocidos por Las Erillas y La Juncada, aunque no negamos que algunas viviendas diseminadas pudieran haberse alzado en el paraje del Pozuelo.
En época musulmana, Uliat-al-Cambania cambió su nombre por el de Aben-Casi o Aben-Caes. ¿De dónde procede éste? Se sospechaba que puediera ser el de algún personaje notable que hubiese morado en esta tierra, pero su clara etimología nos lleva a la conclusión de que este nombre pudo haber prevalecido en recuerdo de la raza que vivió sobre nuestras tierras, en honor de aquellos primeros seguidores de Mahoma que llegaron, antes que ningún otro musulmán, a las viejas ruinas de Ulía romana y visigoda; porque el nombre de Aben-Caes, aplicado a este lugar, significa “Tierra de los hijos o descendientes de Casi”.
Conquistada Córdoba en 1236 por las armas del Rey Fernando III el Santo, esta quedaba por el sur expuesta a los continuos ataques de los moros de Aben-Hud, que seguían siendo dueños de las torres y fortalezas de los alrededores. Para conjurar este peligro, el monarca mandó conquistar una amplia faja de la Campiña, ganando para la causa cristiana las fortalezas y lugares de Guadalcázar, Torre de Don Lucas, Torre Albaén, La Rambla, Torres de Abencaes y otros reductos. Esta feliz campaña tuvo lugar entre 1236 y 1237 quedando estos parajes convertidos en zona fronteriza.
Tradicionalmente se admite que Benito de Baños conquistó la Torre de Albaén, Fernán Núñez de Aza la de la Atalaya, Pedro Díaz de Haro una de las de Abencaes y Fernán Núñez de Temes la que desde entonces llevaría su nombre.
Texto extraído de Historia de la villa de Fernán Núñez de Francisco Crespín Cuesta, Cronista Oficial de la villa de Fernán Núñez.
FERNÁN NÚÑEZ: Introducción geográfica
1. FERNAN NÚÑEZ: Introducción Geográfica
El término de Fernán Núñez se integra en la gran comarca de la Campiña de Córdoba, localizada en la Depresión del Guadalquivir.
Delimitado por los términos de Córdoba, Montemayor y La Rambla, administrativamente está integrada en la mancomunidad de municipios “Campiña Sur”, ocupando una superficie de 29,80 km². Su máxima altitud es de 314 m. sobre el nivel del mar, con una población de 9.611 habitantes en 2023.
Desde el punto de vista topográfico, el relieve se caracteriza por el predominio de las lomas onduladas en cuyos materiales se desarrollan suelos muy fértiles.
Desde una perspectiva geológica, el espacio que nos ocupa pertenece a la Era Terciaria, y más concretamente al periodo Mioceno, si bien éste no se manifiesta de modo uniforme en todo el territorio. En concreto el espacio de Fernán Núñez se sitúa en la línea de contacto entre la subcomarca de la “Campiña Baja” (o Campiña de Córdoba) y la de la “Campiña Alta” o Campiña de Agujilar-Montilla. Las diferencias entre una y otra se establecen por la tipología de materiales, por la diferencia de altitud y por las formas de relieve más o menos acentuadas, lo que determina además la magnitud de las pendientes.
Sintetizando mucho, en la primera (Campiña Baja) la altitud de las lomas es menor, no superando los 300 m., con formas de relieve muy suaves, pendientes menores y materiales muy ricos en arcilla, lo que les confiere una alta capacidad de retener humedad.
Por su parte, en la que hemos llamado Campiña Alta, la más cercana a las Béticas, se encuentran localmente altitudes mayores a los 300 m., predominando los materiales más calizos y areniscosos, con menor capacidad de retención de agua, con formas de relieve más acentuadas y, consecuentemente, con mayores pendientes.
Estas condiciones generales, junto con las circunstancias climáticas (que después consideraremos), generan unos tipos de suelos concretos que, a su vez, determinan las condiciones y aprovechamientos agrarios.
Respecto a la edafología (composición de los suelos) en la Campiña Baja la abundancia de arcillas genera suelos “margoso-béticos”, entre los que destacan los popularmente conocidos como “bujeos” o “tierras negras andaluzas”, con una alta capacidad de retener agua, lo que hace posible cultivos muy exigentes en humedad, tales como los cereales. Estos suelos, localizados en las vaguadas más profundas de la parte septentrional del término, han sido calificados como las tierras de secano más fértiles de Europa.
En la Campiña Alta, por su parte, las reacciones físico-químicas de los materiales geológicos generan un tipo de suelos agrarios caracterizados por contener menos arcillas y mayor abundancia de arenas y calizas. Son suelos blanquecinos, con menor capacidad de retención de agua, lo que dificulta la adaptación a una agricultura cerealista. Sin embargo este tipo de suelos (rendsinas, xerorrendisinas y regosuelos) se adaptan perfectamente para el desarrollo de plantas arbóreas y arbustivas. En este contexto históricamente han predominado el olivar y viñedo en estos espacios, plantas que ocupan igualmente las cumbres de los cerros más elevados, compuestos fundamentalmente por materiales del Mioceno final, los últimos que emergieron del mar tras el proceso de relleno del llamado Golfo Bético.
Respecto a las condiciones climáticas, Fernán Núñez, a grandes rasgos, posee un clima mediterráneo con cierta tendencia a la continentalildad, producto de su posición interior y alejamiento respecto al mar, con las dificultades que ello supone para la penetración de las influencias marinas.
Todo ello se plasma en un clima con temperaturas medias anuales en torno a los 17,5º C., con inviernos suaves y veranos calurosos. Dentro de esta visión de conjunto se encuentran a veces situaciones extremas que, en invierno, pueden conllevar breves períodos de temperaturas bajo cero y en verano llegar a alcanzar con cierta frecuencia temperaturas superiores a los 40º C. En este sentido la máxima histórica (47,6º C.) se computó el día 14 de agosto de 2021 en el triángulo formado por La Rambla, Fernán Núñez y San Sebastián de los Ballesteros (Datos Oficiales Estación de AEMET 5439-A).
Mes | Ene | Feb | Mar | Abr | May | Jun | Jul | Ago | Sep | Oct | Nov | Dic | Anual |
Temperatura media anual (ºC) | 8,6 | 10,8 | 14,2 | 15,6 | 19,3 | 24,9 | 27,5 | 27,7 | 22,9 | 18,2 | 12,4 | 8,3 | 17,5 |
Precipitación media (mm) | 92,2 | 45,1 | 57,6 | 48,8 | 63 | 6 | 0,6 | 16,4 | 39,2 | 79,5 | 103,1 | 142,2 | 694,2 |
En lo que se refiere a las precipitaciones anuales, éstas se sitúan en torno a los 600-700 mm., si bien esta cifra global (que es la media obtenida en un periodo de treinta años), encierra una enorme diversidad, con años que superan los 1000 mm. (1308 en 2013) y otros que, en cambio, apenas alcanzan los 400 (401 mm. en 2017) (Datos obtenidos en la estación AEMET, nº 5439-A).
Estas precipitaciones alcanzan su máximo en otoño-invierno, con un segundo máximo en primavera (bastante inseguro), si bien lo más definitorio de este tipo de clima es la sequía veraniega, que llega a ser prácticamente total, con periodos secos de varios meses continuados.
La conjunción de estos caracteres geomorfológicos y climáticos dan como resultado un territorio con alta Fertilidad agraria, que se manifiesta en un próspero olivar en la zona sur del término, mientras que en la zona norte predomina desde siglos atrás la cerealicultura de secano, trigo fundamentalmente, y las plantas que rotan con él, (hoy fundamentalmente girasol), aunque históricamente la práctica de barbecho semillado se ejercitó mediante otras plantas, tales como las leguminosas, algodón, remolacha y otros.
José Naranjo Ramírez, Cronista Oficial de la villa de Fernán Núñez
Ulía
2. Ulía.
Antes de la llegada de los romanos a la Península Ibérica tenemos -como testimonio de la remota presencia íbera dentro de nuestro municipio y en sus inmediaciones- monumentos megalíticos como el dolmen del cortijo de Sileras (con signos misteriosos grabados en las caras de las grandes piedras), esculturas animalísticas como los leones ibéricos que se encontraron en el pago de Zorreras o en el cortijo llamado El Grifo, fuertes construcciones en forma de habitaciones circulares en el cortijo de La Pililla, además de diversos utensilios líticos y cerámicos.
Expulsados los cartagineses de nuestras comarcas y sitiada Astapa por el general Lucio Marcio, las campiñas del Betis comenzaron a ser tomadas en consideración por Roma al revelarse como insustituibles abastecedoras de las legiones, pensando en la conveniencia y necesidad de aprovecharse de sus inagotables recursos. Con este propósito se repoblaron algunos lugares y se fundaron otros nuevos, lo que parece dio origen al resurgimiento de Ulía. Muchos investigadores parecen coincidir en atribuir a la Ulía romana una antigüedad de alrededor de los doscientos años anterior al nacimiento de Jesucristo.
Ulía, apoyada en su potente fortaleza, se convirtió en uno de los puntos más importantes del centro de la Bética. El gran relieve que alcanzó queda probado en la circunstancia de que acuñó moneda, privilegio vedado a los pequeños lugares. Será en Ulía donde el pretor Casio Longino será sitiado por Marco Marcelo, sobrino del famoso Claudio que engrandeciera Córdoba. También será el escenario en la guerra civil entre César y Pompeyo. Ulía, que había jurado fidelidad a César, se negó a entregar la ciudad a los partidarios de su rival. Fue cercada, y resistió hasta la llegada de las tropas de Julio César, comandadas por Junio Pacieco, que obligó a levantar el cerco a Marco Marcelo y a emprender hacia Córdoba una retirada precipitada y desordenada.
Una medalla aparecida en el paraje de las Estacadas, con la efigie de César y la inscripción “ULIA MADRE AUGUSTA”, creo que es la prueba más elocuente del importante papel que desempeñaron nuestros lugares en aquellas guerras.
Muchos son los vestigios romanos que rodean a nuestra villa. Dentro de la actual población tenemos los restos de una notable fortificación, representados por el torreón macizo que sostiene la menor de las torres del palacio ducal, la conducción romana que llevaba el agua a dicho lugar, reductos de la guerra civil, como importantes restos de murallas (en la cuesta de las Huertas, en la carretera que conduce a la estación y en el pago conocido por fuente del Olivo), varios proyectiles en Las Lomas de Valdeconejos y un bastión de forma cuadrangular en el paraje conocido por Hazas de la Villa.
En los diferentes villares que rodean a Fernán Núñez se han encontrado piezas diversas, tales como capiteles y volutas, basas de columnas, trozos de fuste, bajorrelieves de diversas clases, ánforas, monedas, fragmentos decorativos, bronces, losas decoradas con diferentes motivos, piezas de ladrillo, muchas monedas romanas, curiosas colecciones de botones metálicos, abundancia de restos de cerámica, medallones de plata y estatuas de mármol blanco.
Son, sin embargo, los mosaicos los que más contribuyeron a que el nombre de esta Villa comenzase a ser tenido en cuenta en los medios culturales del país. Comenzaron estos a aparecer en las Hazas de la villa y en el pago de Valdeconejos al iniciar excavaciones el eminente investigador local el doctor Bartolomé Jurado Moreno. Desgraciadamente, se produjo un expolio y todos ellos fueron a parar a manos privadas, con la excepción de uno que representa la escena del rapto de Europa por Júpiter, que puede contemplarse actualmente en el Museo Arqueológico Nacional.
Texto extraído de Historia de la villa de Fernán Núñez de Francisco Crespín Cuesta, Cronista Oficial de la villa de Fernán Núñez.
Fuente de los Gitanos
Fuente de los Gitanos
La Fuente de Gitanos se encuentra en la parte baja del parque «Llano de las Fuentes», justo en la senda por la que se inicia el itinerario o «Ruta de las Fuentes» que une Fernán Núñez con Montemayor.
Se trata de un pilón rectangular, cuyas aguas proceden de la mina de agua de San Sebastián, situada en la parte superior del cerro.
Su función era ejercer de abrevadero de animales, por eso se ubicaba en las afueras, lugar donde los tratantes de etnia gitana negociaban la compraventa de cabezas de ganado durante la Feria Real, de ahí su nombre actual.
Su aspecto reciente es el resultado de la reforma integral, a cargo del Ayuntamiento y por valor de 26.659 euros, culminada en agosto de 2006. En la intervención el antiguo abrevadero fue sustituido por un pilar rectangular, en ladrillo y mortero encalado, al que se le añadió un adoquinado, asientos de forja alrededor y dos algarrobos.
Dos caños abastecen a la fuente: el del extremo derecho, nutrido por el antiguo manantial; mientras que el izquierdo surte de agua potable, al no aconsejarse el consumo de la anterior.
(Texto: F.M.E.J.)
Fuente Redonda
Fuente Redonda
La «Fuente Redonda» es la más antigua del parque Llano de las Fuentes, aunque también la que más reformas ha sufrido a lo largo de su historia. Se trata de un estanque circular en ladrillo enfoscado y encalado, con un pilar en uno de sus extremos por donde emana el agua a través de dos caños de hierro.
Tradicionalmente se usaba para el abastecimiento del ganado. Aunque era de propiedad del Concejo, las aguas procedían de la concesión que daba la Casa de Fernán Núñez. De su existencia se tiene constancia, según el Catastro de Ensenada, desde 1750, aunque debió quedar en desuso y se rehízo en 1800.
Se abastecía de una mina de agua ubicada en la calle El Arenal. La calidad cuestionable de su agua, además de evitar la aglomeración de animales y enfermedades, hizo que en 1934 se planteara su eliminación y traslado a la confluencia de la carretera de la Estación. Sin embargo, la canalización de estas aguas se hizo efectiva en 1974, cuando se condujeron al abrevadero o «Pilar del Matadero». Desde entonces se nutre de la misma agua que su vecina fuente de los «Caños Dorados», procedente de El Encinar. Como curiosidad, fue reedificada, imitando la anterior, durante la realización del actual parque.
(Texto: F.M.E.J.)
Fuente de los Patos
Fuente de los Patos
La «Fuente de los Patos» es el nombre popular que recibe la antigua «Fuente Chiquita», debido al estanque para aves acuáticas que se desarrolla a sus pies.
Se trata de la fuente más reciente del llano, situada en un extremo del parque, junto al paredón que retiene el desnivel provocado por la ladera de El Encinar. De la fuente original sólo se conserva la venera que actúa de pila y que estuvo en la pared que separaba, hasta 1866, la plaza del palacio y el ayuntamiento.
Su construcción comenzó el 11 de junio de 1927 en el «Cañito del Molino», que era por donde se vertía el agua de la mina. A sus espaldas se anexó un frontal coronado por un frontón partido, con remate de arco de medio punto y decorado con cerámica. El 14 de agosto de ese año se inauguró con el nombre de «Duque de Fernán Núñez», en agradecimiento por la cesión del agua.
En torno a 1974 se sustituyó el frontal por una hornacina de mampostería donde se ubicó una imagen de Santa Marina realizada por Juan Polo. En esas fechas se instaló a sus pies el mencionado estanque cercado para aves acuáticas y que es el que le da el nombre de “Fuente de los Patos”. En la última remodelación fue eliminado el arco de medio punto, cerrando con ello su actual configuración.
Esta fuente y la de «Los Gitanos», ubicada a la salida del parque junto al camino de las «Huertas Perdidas», se abastecía hasta los años 80 de la mina ubicada junto al cementerio municipal (mina de San Sebastián). Actualmente solo nutre al estanque, ya que sus caños reciben las mismas aguas que la vecina fuente de los «Caños Dorados».
(Texto: F.M.E.J.)
Fuente de los Caños Dorados
Fuente de los Caños Dorados
La fuente de los «Caños Dorados en la más representativa de la villa y una de las más destacadas de la provincia. Se comenzó a plantear en 1775 cuando el Cabildo municipal se dio cuenta de la necesidad de construir una nueva fuente pública. El 22 de diciembre del mismo año ya se constata la autorización de su obra por parte del Real y Supremo Concejo de Castilla, liberándose 1.300 reales de caudales propios para su realización.
El pilón y los dos pedestales fueron contratados en Córdoba con los maestros canteros Juan Gutiérrez y Francisco Carrasco. Las piezas fueron conducidas altruistamente por los labradores de la localidad en 11 carretas.
El contrato de la fuente refleja que debía ser de piedra franca de Sierra Morena y que debía estar hecha en octubre de ese mismo año para trasladarla a la villa. El sexto conde, Carlos José Gutiérrez de los Ríos, hizo venir desde Cádiz a tres alarifes para su instalación.
Finalmente fue inaugurada el 25 de julio de 1777. El corregidor, Francisco Bermúdez de Cañas, concluyó el acto inaugural con estas palabras: «Aquí queda esta obra para la perpetuidad».
Desde entonces, la fuente se abastece de la mina de agua de El Encinar. Como conclusión, en 1782 se talló en el pilar del Este una inscripción con el principio de la obra, así como el escudo del antiguo Concejo de la Villa de Fernán Núñez, conforme al emblema que existía, por aquel entonces, en la Sala Capitular local.
(Texto: F.M.E.J.)
Paraje de la Estacada
Paraje de la Estacada
El «Paraje de la Estacada» fue, como el «Parque Llano de las Fuentes», una antigua alameda. Se trata de un barranco escalonado que se despliega desde la carretera que une Fernán Núñez con San Sebastián de los Ballesteros, hasta la depresión o valle del arroyo Ventogil.
Su principal característica es la concentración de arboleda, que durante mucho tiempo ha supuesto un importante refugio climático en la celebración de fiestas populares como «San Isidro Labrador».
Otro factor importante del lugar ha sido el agua. Al encontrarse en un escalón geográfico, los manantiales han perforado su superficie. Hasta 1803 se halló en la parte inferior una mina y huerta, conocida como «La Reina». Los restos arqueológicos que se encuentran en esta zona, además de una galería de agua tapiada, son el testimonio silenciado de dicho pasado.
Actualmente se ha levantado un edificio central que se exhibe como centro de interpretación etnográfico, recogiendo, entre otros enseres, antiguos aperos de labranza, testigo excepcional del pasado agrícola de la villa de Fernán Núñez.
(Texto: F.M.E.J.)
Estancia 29
Estancias Balcón. Asociación de Cofradías
Paraje del Pozuelo
Paraje del Pozuelo.
El paraje de la «Fuente del Pozuelo» se encuentra en la carretera que va de Fernán Núñez a San Sebastián de los Ballesteros, justo después del «Paraje de la Estacada», en un pequeño recoveco al margen de la misma vía.
El lugar es conocido desde antiguo y debe su nombre a un manantial superficial, cuyas aguas eran muy demandadas por la población. Su uso es común desde el medioevo, siendo un pozo superficial al que denominaban «Pozo Quemado».
Fue en 1662 cuando, por su mal estado de conservación y en atención a la calidad de sus aguas, se mandó reparar el pozo. Sin embargo, la «Fuente del Pozuelo» sería construida en 1689, dotándole del característico pilón rectangular para abastecimiento tanto humano como para el ganado.
Por último, es en la última centuria cuando el camino se desvía, desde el espacio verde hasta el lugar por donde hoy pasa la carretera, quedando una explanada como reducto que se ha cubierto de vegetación para disfrute y descanso de la ciudadanía. Asimismo, antiguamente fue un importante lugar de encuentro para celebrar la fiesta de «Jueves Lardero».
(Texto: F.M.E.J.)