Plaza de Armas
La denominada «Plaza de Armas» es un lugar emblemático de la villa: no solo ha sido su núcleo, sino también su origen. Aunque tradicionalmente se ha pensado que fue el patio de armas del antiguo castillo, su formación se debió a las construcciones populares que se dispusieron en torno a la primitiva torre de Fernán Núñez.
El actual recinto se creó a partir de finales del siglo XVII. En este conjunto comienza la Ilustración, pues con Francisco de los Ríos o El Hombre Practico se inició la idea de transformar una aldea con castillo en una ciudad con palacio. Para ello, el tercer conde empezó con la compra de algunas de las viviendas que circundaban su residencia y estableció una primera fuente ornamental, seguramente diseñada por José Granados de la Barrera, arquitecto de la catedral de Granada, que permaneció hasta finales del siglo XVIII.
Su nieto, el VI conde, continuaría adquiriendo más inmuebles, consiguiendo aunar en su propiedad tres de los flancos de la plaza. De este modo, pudo iniciar la transformación neoclásica del conjunto creando un microuniverso en el que se entrelazarían, frente por frente, religión y educación (con la capilla y la escuela) y el ocio y el negocio (con la administración del mayorazgo en el palacio, las caballerizas y el mesón). Con esta idea, proyectó un lugar central para la exhibición del poder en el que emplearía sus mejores dotes como arquitecto, estableciendo la que sería una de las primeras ordenaciones urbanas de España. Con el mismo fin, redirigió la actual calle de la Feria hacia la entrada principal para dotar de mayor protagonismo a su palacio. Igualmente, se llevaron a cabo una serie de correcciones ópticas que otorgaron mayor armonía al conjunto y se estableció una nueva portada monumental y una decoración en la que destacaba la bicromía blanco-rosa. Así́, Carlos José Gutiérrez de los Ríos introdujo en Córdoba el neoclasicismo en arquitectura y creó, lo que podemos denominar, el «estilo Fernán Núñez».
En su realización hubo un organizado equipo de obreros. El sector de albañilería fue liderado por los maestros Francisco Joseph de Luna y Bartolomé Pintor, mientras que Juan de Torres y Antonio Uceda harían lo propio en carpintería. Del mismo modo, destacó la cantería, siendo el maestro ecijano Francisco Blázquez el más notorio.
Tuvieron a su disposición un voluminoso grupo de obreros que en muchas ocasiones ofrecían su mano de obra voluntaria a cambio de préstamos para las mejoras de sus hogares, una estudiada medida dentro de los planes de prevención de la mendicidad establecidos en el señorío. Estas reformas urbanas también fueron posibles gracias a la posesión de la cantera y hornos de ladrillo y teja locales.
Dichas obras se extendieron desde 1783 hasta 1792, siendo las Casas Consistoriales el ultimo inmueble en adaptarse al estilo cortesano gracias al patrocinio del mayorazgo.
Esta configuración permaneció prácticamente hasta 1866. Con la llegada del ferrocarril se hizo necesario, para dotar de mayor fluidez a la circulación urbana, la eliminación de la antigua pared que separaba el conjunto palatino y el ayuntamiento. Diez años más tarde se enfoscaron completamente todas las paredes y se dispuso un nuevo alumbrado. Es en este momento, por deformación y malinterpretación del color, cuando se otorgaría la actual bicromía blanco-bermellón.
La plaza era un lugar de concurrencia, el núcleo de la vida local, donde también se vendían los productos de las huertas y otras propiedades de la casa nobiliaria, a la vez que se celebraban distintos actos lúdicos. Sin embargo, su carácter privado y el ascenso en popularidad del paseo del Triunfo de Santa Marina hicieron que paulatinamente perdiera protagonismo. Estos motivos pudieron hacer que en la segunda mitad del siglo XX se quisiera colmar su soledad con un jardín. El proyecto, con el beneplácito de la Casa ducal, se inició en 1958, construyéndose entre 1960 a 1965 y dándole un nuevo nombre: la plaza de los «Alféreces Provisionales».
Este jardín permanecería hasta 1986. Con la cesión de la plaza y el palacio en 1983 al Ayuntamiento no solo se planteó su disolución, por desvirtuar su configuración original, sino que ya desde 1979, con la llegada de la democracia, se había cambiado su nomenclatura denominándose como plaza de «Armas». No obstante, nunca tuvo tal función, siendo desde su origen la plaza del castillo para evolucionar, al compás del edificio principal, hacia la plaza del palacio.
(Texto: F.M.E.J.)