Palacio ducal de Fernán Núñez
El Palacio Ducal de Fernán Núñez y sus construcciones aledañas fueron declarados Conjunto Histórico-Artístico en 1983. Con unas dimensiones totales de 2.713,52 m2, es el resultado de una serie de construcciones y modificaciones, siendo, probablemente, una de las edificaciones más antiguas de la provincia de Córdoba.
Las últimas obras, finalizadas en el último cuarto del siglo XVIII, son el reflejo del pensamiento Ilustrado de su diseñador, el VI conde de Fernán Núñez. Carlos José Gutiérrez de los Ríos (1742-1795) proyectó el actual inmueble que, junto a otras dependencias como las antiguas caballerizas, las escuelas de niños y niñas, la capilla, jardín y mesón, forman uno de los ejemplos más tempranos del Neoclásico en Andalucía y la seña de identidad de Fernán Núñez.
Su origen se remonta a un curioso sistema de abastecimiento de agua, probablemente de origen romano, que se dirigía hasta el recinto que ocupó la primitiva torre de Fernán Núñez. Conquistada en el siglo XIII, se transformó como castillo al son de la guerra y para la guerra. La toma de Granada supondría también su ocaso como baluarte. Fue el momento en el que se adaptó a un estilo más cortesano, dando paso a un palacio mudéjar en el siglo XVI. Más adelante, habría otro cambio significativo, pues con la llegada del tercer conde, Francisco Gutiérrez de los Ríos (1644-1721), se aumentó su arquitectura y sus comodidades, conformando un palacio barroco.
El terremoto de Lisboa de 1755 fue el germen de su estilo actual, el Neoclásico, introducido en Córdoba a partir de 1783 por el sexto conde, proyectando en él todos sus ideales ilustrados. Su carácter es excepcional, pues fue el propio aristócrata quien actuó como arquitecto, resumiendo en su diseño toda su formación y experiencias por Europa. Su muerte, y la ascensión como duque de su primogénito, supuso en paralelo un progresivo desinterés, dejando el palacio como una residencia administrativa hasta 1983, cuando se donó al ayuntamiento.
En su conjunto también se contempló una capilla, construida entre 1783 y 1785, y la plaza. La capilla de Santa Escolástica es, sin lugar a duda, el espacio de mayor interés de todo el edificio. Con ella comienza la transformación de todo el conjunto palatino, siendo el primer punto en finalizarse.
En su interior, el palacio cuenta con interesantes bienes procedentes de la colección del tercer conde que en 1711 trasladó desde Madrid para la decoración de su residencia. Tras el terremoto de Lisboa, el sexto conde mandaría restaurar muchas de estas piezas, mientras que otras las compró en Inglaterra, dando al edificio un carácter mucho más internacional.
Mención aparte merece su archivo, donde se recoge parte la historia del mayorazgo hasta 1983: un fondo documental excepcional donde se conserva parte de la memoria de todo un pueblo.
Por último, está el jardín, que se extiende a espaldas de todo el recinto. Se trata del jardín palatino nobiliario más antiguo de la provincia de Córdoba. Su origen procede del abastecimiento del palacio y la construcción de los molinos de pan locales. Con la creación de estas manufacturas a partir de 1679 se produce un desvío de las aguas y el lugar que ocupaba el huerto del inmueble pasó a un lugar de recreo, de inspiración cortesana, para el disfrute del tercer conde de Fernán Núñez, siendo el reflejo de su personalidad como hombre pre-ilustrado. Desde su concepción, este espacio mantuvo su configuración original, observándose, no obstante, cierta influencia del jardín inglés con el sexto conde a finales del siglo XVIII y continuas reparaciones necesarias para su conservación, con pocas alteraciones en la estructura general. Por el contrario, sí se ha alternado la introducción de especies vegetales, según el gusto de cada época o por su lógica degradación, lo que obligaba a su reposición.
Su fisonomía actual es el resultado de un proyecto de recuperación realizado en 1992 y que partió de un dibujo idealizado realizado por Vicente Mariani en 1786.
(Texto: F.M.E.J.)