12. La situación económica en los siglos XIX y XX: campesinado y burguesía agraria
El inicio del siglo XX llegó marcado por una profunda crisis económica, la llamada “crisis finisecular”, que afectó especialmente a Andalucía. Se debilitaron los focos de industrialización, principalmente Málaga y Sevilla, y se agotaron las economías y los recursos mineros que sustentaban gran parte del desarrollo de algunas comarcas. Por su parte, el sector agrario en el cambio de siglo se encontraba atrasado y anticuado, con técnicas arcaicas que generaban una escasa productividad.
La fuerte crisis del olivar por las exigencias de calidad del mercado y la competencia exterior, entre otros motivos, obligaron a una intensiva renovación de las instalaciones de elaboración de aceite de oliva. El viñedo, por su parte, sufrió la crisis de la filoxera, extendida por Andalucía hasta la primera década del siglo XX. Y en relación con la agricultura cerealista, además del reto de una moderniZación urgente que sustituyese los modos y usos agrarios que permanecían intocables desde la edad media, había que afrontar la adaptación al nuevo marco jurídico introducido por el liberalismo, que se manifestaba en actuaciones tan trascendentes como las desamortizaciones y la abolición de los mayorazgos.
En este contexto, la situación económica de Fernán Núñez se caracterizaba por un predominio absoluto del sector agrario, distribuido entre la cerealicultura (sembradura de secano) y el olivar, con el matiz de algunas huertas en las que se practicaba una agricultura de regadío.
Desde un punto de vista social, en Fernán Núñez se dibujan dos grupos bien diferenciados: el pequeño campesinado (los “muleros”), por una parte, y los grandes labradores por otro. El pequeño campesinado es predominante en cuanto a número y se compone esencialmente de jornaleros que trabajan a sueldo en los grandes cortijos campiñeses, aunque en este grupo se pueden incluir también al colectivo de pequeños agricultores que conforman ínfimas empresas agrarias en virtud de la labranza de sus tierras familiares propias y de los arrendamientos que ejercitan sobre una parte de las tierras de la casa señorial, fragmentadas en parcelas de mediano tamaño desde las reformas introducidas por Don Francisco Gutiérrez de los Ríos.
Este colectivo de jornaleros y pequeños campesinos coexiste en Fernán Núñez con un nutrido grupo de grandes agricultores que ejercen sus labranzas generalmente en tierras fuera del término municipal, colectivo al que distinguimos con la denominación de “burguesía agraria” ¿quiénes son éstos?
Son un conjunto de labradores, de extracción campesina (no son nobles) que apenas tienen tierras en propiedad, y que sin embargo realizan grandes labranzas en las tierras de términos cercanos, tales como Córdoba, La Rambla, Santaella y otros. Son gentes de origen campesino, pero que han acumulado capitales muy considerables merced a la práctica del arrendamiento en cortijos pertenecientes a los estamentos privilegiados.
Esta burguesía agraria está perfectamente reconocida desde el siglo XVIII, y han acumulado su capital y su prosperidad en virtud de la posesión de ganado de labor, aperos de labranza, mano de obra abundante (la de los pueblos más cercanos) y una sabiduría empresarial reconocida más allá de nuestro entorno geográfico inmediato. No en vano, a la larga ellos serán los impulsores de técnicas nuevas y de una cierta modernización agraria.
Su centro de acción son los pueblos campiñeses, desde donde se centraliza la actividad agraria y, se recluta la numerosa masa trabajadora imprescindible en este tipo de agricultura. Esta burguesía agraria, hasta finales del siglo XIX, funcionó empresarialmente mediante la práctica de arrendamientos (de tres, seis o nueve años) cuyos contratos, si existía acuerdo entre las partes, se renovaban al finalizar el periodo arrendaticio.
El sistema funcionó hasta comienzos del siglo XX, momento en que la crisis agraria introdujo una serie de variantes que transformaron estas empresas agrarias y sus reglas internas. Nos referimos a los cambios inducidos por el liberalismo y la abolición de los mayorazgos, que provocaron que muchos de los cortijos antes arrendados, salieran ahora al mercado y fuesen ofertados para su venta. Y ¿quién comprará estas explotaciones? Pues la misma burguesía agraria, hasta ahora arrendadora de tierras, invierte los capitales acumulados y optan a comprar los grandes cortijos campiñeses. Por este procedimiento, se observa un continuado trasvase de propiedades; nace así una nueva clase labradora cuyas labranzas se basan ahora, no solo en el cultivo, sino también en la posesión de la propiedad de la tierra.
En cuanto al proletariado agrario, la situación social en el campo cordobés es muy tensa, viviéndose una etapa de importantes revueltas y movimientos campesinos de diverso signo ideológico (anarquistas, socialistas, comunistas, etc.), a la par que poco a poco va introduciéndose la mecanización en el campo cordobés. Ello supone un excedente de mano de obra en el campo y la apertura de la emigración, tanto en su vertiente interior (Cataluña, País Vasco, Madrid…) como exterior (Francia, Alemania, Suiza y Luxemburgo).
La situación resultante de estos procesos será una numerosa (aunque insignificante superficialmente) pequeña explotación campesina en el propio término de Fernán Núñez, incrementada por la enajenación de las tierras de la casa ducal en 1982. Y a la vez este minifundio convive con una mediana y gran propiedad que, en manos de la burguesía agraria, realiza sus labranzas en los cortijos de los términos municipales limítrofes.
Pero a estas alturas, la tradicional dedicación campesina de la población de Fernán Núñez ha perdido ya su antigua potencia, de forma que otros sectores económicos (como los servicios y la construcción) constituyen hoy el soporte económico fundamental de la población.
José Naranjo Ramírez, Cronista Oficial de la villa de Fernán Núñez