8. Fernán Núñez en el siglo XVIII según el Catastro del Marqués de la Ensenada

El Catastro del Marqués de la Ensenada, redactado hacia 1750, constituye el conjunto de datos más exhaustivo que ningún país del mundo pudiera ofrecer relativo al siglo XVIII. Dicho catastro aspiraba a recoger la información sobre todas las riquezas y bienes que tenían y disfrutaban, en el reino de Castilla, todas las personas o instituciones existentes en aquel momento. Se buscaba con esta información establecer un sistema de impuestos más justo equilibrado.

Pero antes de poner en práctica dicho proyecto catastral, sus diseñadores decidieron realizar algunas pruebas o experimentos que permitiesen conocer la viabilidad del plan, sus aciertos y errores; pues bien, para desarrollar esta «operación piloto», se eligieron veintidós pueblos de todo el reino y uno de ellos será Fernán Núñez. Estos pueblos se convierten así en el núcleo de la atención del gobierno de la nación, de modo que lo que ocurriera en Fernán Núñez adquiere carácter de cuestión de Estado.

Para cumplir tales objetivos se desplazó hasta Fernán Núñez una comisión o audiencia que investigó los bienes y riquezas que poseían todos y cada uno de los vecinos, así como todas y cada una de las instituciones.

Todo esto ocurría en los últimos años del reinado de Fernando VI, cuando es ya evidente en los círculos del poder el ambiente reformista entre una pujante ideología ilustrada que persigue cambiar un país que se le antoja viejo, estático y anquilosado.

Es el momento en que es llamado a la Secretaría de Hacienda el Marqués de la Ensenada, quien será el impulsor del proyecto, teniendo como objetivo último cambiar el sistema fiscal vigente, un sistema fiscal complejo, difícil, injusto y endiabladamente embarullado. La fuerte presión impositiva contrastaba con la situación de las arcas del Estado, siempre vacías e incapaces para afrontar los gastos más perentorios y elementales. Se aspiraba, en definitiva, a crear una “contribución única” que, además de simplificar el sistema, consiguiese recaudar más.

Los instrumentos para ello fueron: el llamado “Interrogatorio General”, uno y común para cada pueblo; los “Libros de Familias”, un recuento de la población del pueblo o ciudad, uno para seglares y otro para eclesiásticos; y finalmente otros dos “Libros de Haciendas”, con idéntica organización (uno para seglares otro para eclesiásticos).

El Interrogatorio General es un documento de conjunto, y contiene cuarenta preguntas que, en cada población, debían ser contestadas por un grupo de expertos o peritos locales.

Por su parte, en los Libros de Familias se contabilizan a todos los vecinos “cabezas de casa”; y, con cada uno de ellos, a todos los miembros de su unidad familiar, lo que supone de hecho disponer de un censo completo de la población del lugar.

La comisión o audiencia constituida al efecto indagó, vecino por vecino, los siguientes aspectos: superficie de tierra cultivada, tipo de aprovechamiento, casas de que disponía la familia y su valor, molinos u otros artefactos de los que se obtenían rentas, rentas de cualquier tipo obtenida por la unidad familiar, tipos de ganado y rentas que producen, etc. En definitiva se realiza una verdadera radiografía de los bienes y servicios que cada familia disfrutaba y de los beneficios que su actividad económica le reportaba.
Además de la predominante agricultura, se dan noticias también de una gran cantidad de actividades y oficios propios de una economía de autoabastecimiento: el comercio, un subsector sanitario relativamente nutrido (médico, cirujano sangrador, boticario y ocho barberos), el subsector de la administración pública, del transporte (arrieros), etc.

Entre las artes mecánicas se recuentan los albañiles, aladreros, carpinteros, albeytares, herreros, zapateros -distinguiendo en este caso entre «zapateros de obra prima”, “de basto” y “zapateros de viejo o remendones», tejedores de paños, tejedores de mantos de seda, tintoreros, sastres, cardadores de lana y agrimensores o medidores de tierras, etc.

En el caso de las casas y edificios se recogen sus medidas de fachada y de fondo y la valoración, que se calcula por el alquiler anual que se cobra o que podría cobrarse.

Es de destacar el rigor extremo con que se actuó, consiguiendo una fiabilidad verdaderamente extraordinaria, hasta el extremo de que la operación piloto de Fernán Núñez fue una de las más eficaces de todo el reino.

Los resultados obtenidos se reflejaron todos ellos en un libro en que, a modo de diario, dejaba constancia de cualquier cuestión en la que la audiencia intervino. Interesa también reseñar la disciplina exigida a todos los que deben aportar datos, sin ningún tipo de contemplaciones ni dudas, exigiendo a todos por igual, ya fuesen personas o instituciones, incluida la iglesia y el propio señorío.

Rigurosa en extremo fue también la comisión a la hora de la comprobación de la veracidad de los datos, hasta el extremo de comprobar “in situ” los datos aportados relativos a las explotaciones agrarias, recorriendo la totalidad del término para tal fin. Y lo mismo puede decirse del rigor en el gasto y la escrupulosa contabilidad de la operación.

La obsesión por la limpieza y transparencia de esta operación-piloto quedaron reflejados en el modo de cerrar el proceso: una vez finalizado el trabajo, redactados los libros y anexos resultantes, el Intendente General, D. Fernando Valdés Quirós, ordenó que fuesen convocados todos los vecinos a la Plaza del Palacio, para que, en presencia del Concejo de la villa, el día 21 de diciembre de 1750 , se leyesen públicamente, “en voz alta e inteligible», todas y cada una de las partidas de los referidos libros, para que cada uno pudiera alegar lo que se le ofrezca y manifiestare libremente cualquier duda que se le plantease. La lectura se prolongará durante dos días, no presentándose objeción alguna a su contenido.

En definitiva tenemos ante nosotros un modelo encomiable de actuación administrativa en la que aspectos fundamentales de la historia de España se escribieron y dictaron en y desde Fernán Núñez.

José Naranjo Ramírez, Cronista Oficial de la villa de Fernán Núñez.